PAPERAS

¡Hola blogueros!

Saliendo un poco de lo que suelo publicar normalmente, hoy quería hablaros de una enfermedad que, sin saber muy bien cómo, llegué a padecer hace un par de años.

Recuerdo que yo estaba con mis últimos exámenes antes de las vacaciones de navidad, estudiando como una loca para no hacer nada durante mis próximos 15 días.
Me levanté una mañana con un dolor de cabeza y garganta increíble, de hecho, era incapaz de tragar saliva, pero me tomé un ibuprofeno y me fui para clase. A medida que iba pasando la mañana, mis amigas me empezaron a decir que se me estaba hinchando una parte de la cara, así que llamé a mi madre y me llevó al médico.
Al principio me dijeron que era por los dientes, que me estaban naciendo las muelas del juicio y que no me preocupase, que tomase amoxicilina para el hinchazón de la cara. Pasaron los días y mi cara y cuello aumentaban cada vez más de tamaño, por lo que mis padres decidieron llevarme al hospital para ver qué me estaba pasando. Resultó que me diagnosticaron paperas (y yo pensando que eran mis muelas...). Me acuerdo que el médico me preguntó cómo podía haber aguantado tanto con la cara tan mal.

Estuve bastante tiempo de reposo en la cama, sin poder salir de mi cuarto y ver apenas a nadie, ya que en mi casa ninguno (excepto mi padre) la había pasado y cualquier contacto conmigo podía contagiarlos a ellos también.
Fueron pasando los días hasta que, por fin y gracias a una buena dosis de paracetamol diaria, el hinchazón fue disminuyendo poco a poco hasta que desapareció. 

La función de las paperas es inflamar las glándulas salivales, lo que impide que el paciente trague saliva o alimento alguno. Suele contagiarse de una persona (aunque yo aún no sepa muy bien cómo me paso) a otra por estornudos, tos o cosas que tengan la saliva de una persona que lo padezca.
No es una enfermedad muy grave y no suele haber muchas complicaciones, pero para que no surja, se recomienda vacunar a los niños de la vacuna triple viral una vez hayan cumplido un año de edad.